Muchos hemos escuchado alguna vez
el título de esta canción de los Beatles y seguro que nos sabemos el estribillo
tan rítmico. Según canta la letra todo lo que necesitas es amor, teniendo amor
puedes saber todo, obtener todo, aprender todo, decir todo…. Vamos, que el amor
es como un remedio multiusos para todos nuestros males. Yo discrepo, creo que
el amor es solo el origen de todos nuestros males.
Todas las mujeres gracias a la
filmografía tenemos grandes expectativas respecto al amor y los hombres:
esperamos que aparezca un príncipe azul que nos rescate en su caballo blanco y
que nos defienda a capa de espada, que nos atuse y nos mime, nos ponga un
zapato de cristal en el pie y nos lleve al fin del mundo para comer felizmente perdices.
Algunas lo han encontrado y otras no, unas creen en el príncipe azul y otras en
el ogro Shrek que aunque más burdo, bajo mi punto de vista es más sincero y
real. Es curioso que ya no son solo las
mujeres las que creen en los cuentos de hadas, los hombres, antes tan machos, buscan
a sus princesas de larga y cuidada caballera, de siluetas esculpidas por la
misma Afrodita, de modales exquisitos y labios de fresa. Pues siento
decepcionaros a ambos y despertaros de tan plácido sueño, pero los cuentos de
hadas no existen y el amor no es la medicina multiusos para todo, no es más que
un placebo que nos mantiene sumidos en un mundo de locuras y actos de valentía
infundada por la imagen de la persona amada.
¿Qué si he querido a alguien alguna
vez como para dejar todo atrás, para ir corriendo en su búsqueda cuando me
llamara, para cambiar mi forma de ser, para atusarme cual florero y para hacer cosas que no quería? Sí, y no me
arrepiento. Las hice todas de corazón porque creía que había encontrado a mi
príncipe azul de cabello ensortijado al viento, cuerpo esculpido y sonrisa
cautivadora (no tiene por qué ser literalmente, puesto que sabemos el amor es
ciego), pero como bien dicen: más dura la será la caída, y lo fue. No me
arrepiento de nada, porque he aprendido de todo y porque dentro de mi ceguera
conseguí mantener la lucidez y no dejar a nadie atrás, no herirme demasiado y
no sacrificarme en exceso. Aprendí que nadie vale tanto como para que des o
entregues tu vida por él, para que viajes al fin del mundo para estar con esa persona,
porque tal y como apareció se irá, ya sea por su voluntad o por el inevitable
destino que nos llama a todos a sus brazos.
Ese esbozo de príncipe azul que
me llamaba princesa, vida, desapareció dejando paso al ogro Shrek, el cual me
hace reír, comparte sus inquietudes y deseos, me hace rabiar para disfrutar con
mis quejas… y todo desde la honesta sinceridad y cariño. Ambos sabemos que
podemos contar con el otro, que somos de carne y hueso, que cometemos errores,
que tenemos muchos defectos y que no tenemos que propagar a los cuatro vientos
nuestros sentimientos, ya que le importan solo al otro.
¿Moraleja? Ámate a ti mismo en primer lugar, piensa en tu
bienestar e inquietudes, conquista TU camino y luego, si queda tiempo, compártelo
con un ogro encantador.
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