jueves, 20 de diciembre de 2012

Yo soy yo y mis circunstancias


“Chiquilla, deja de hablar que me estás dando dolor de cabeza con tanto parloteo”. 

     No va ser la última vez que escucha esta frase, la he escuchado miles de veces venidas de personas diferentes, siempre con algo de maldad y con ganas de… por qué no decirlo: amargarte el momento. No soy una persona muy parlanchina, soy bastante reservada y me cuesta mucho abrirme a las personas, lo que no quita que tenga buenos amigos a los que les cuento mis secretos más inconfesables, con los que comparto horas de chachara preferiblemente frente a una cerveza fría, y a la que le gusta conocer gente. Me gusta conocer y charlar con personas diferentes, me gusta aprender cosas nuevas y compartir opiniones, pero me lleva mi tiempo. Hay personas que tienen facilidad para hablar hasta no parar, hablar hasta debajo del agua, pero yo no soy de esas. 

     No soy una persona tímida, esa etapa ya la pasé y ahora le hecho valentía y ganas a la vida, pero soy muy reservada. Puede que de primeras cause una impresión de persona seria, un poco apática, demasiado tímida y un poco antipática, pero soy todo lo contrario. No me hace falta tener que estar constantemente hablando, estar constantemente rodeada de gente, he aprendido a valerme sola y hacer frente al mundo sin apoyo a mi lado; cierto que necesito amigos y gente con la que charlar, pero unos los tengo y los otros los puedo encontrar en cualquier sitio: en el super, en el gimnasio, en el trabajo, en el bar, en un curso de chino…

     Gracias a todos aquellos que habéis querido conocerme y os habéis acercado a mí, porque estoy segura que soy una buena amiga en la que podéis confiar siempre, porque aunque la primera impresión que cause es de que soy muy seria y distante, en el fondo soy risueña, payasa, cercana y a veces hasta cariñosa.

     A los que me juzgan por el envoltorio y se quedan en el exterior, solo tengo una frase: tú te lo pierdes.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Algo pequeñito

    Hace poco más de una semana comencé mi nueva vida, fue un paso muy grande y difícil de empezar.

    Recuerdo que hace cosa de un mes vine a Madrid para hacer una entrevista, llegué a las 7 de la mañana tras pasar toda la noche en el autobús entre cabezadas, ronquidos de algún compañero de viaje y traqueteo de un autobús lleno de diferentes nacionalidades, edades y objetivos. Muy temprano por la mañana llegué a una estación ya abarrotada de gente, tomé el metro y me dirigí a casa para tomar una ducha, despejar las ideas y prepararme para la entrevista, de la que salí muy contenta y encantada por el buen ambiente y vibraciones que me dió la empresa; y así volví a mi rutina diaria en la capital andaluza.

    Justo un par de días después recibí una llamada por la mañana bien temprano: Lorena, la empresa SAP ha apostado por tí y quiere que te incorpores al equipo. Me quedé sin palabras, para que negarlo, realmente no esperaba la llamada. Me inundaron una oleada de sentimientos contradictorios que tuve que poner en pie en cuestión de días. Fue una decisión difícil, muy difícil, pero tras mucho reflexionar tomé mi decisión.

    Ahora estoy en Madrid en una empresa muy grande, bien conocida y en un ambiente de trabajo estupendo, con unos compañeros que me apoyan y arropan desde el primer momento, a los que cada día tomo un poquito más de cariño. Vivo sola en el piso de mis abuelos, hecho que a la vez que me da libertad al mismo tiempo me coharta porque no me siento del todo independizada ni libre. ¿Cual es el inconveniente de todo esto por decirlo asi? me siento pequeña, muy pequeñita. Siento que a veces me queda todo grande, me encuentro sola en una gran ciudad en la que paseo sola, como sola en algún restaurante o bar, voy a algún espectáculo o de visita sola..... me siento pequeña e indefensa, pero al mismo tiempo sé que no soy la única que ha pasado por esa situación, sé que soy muy valiente porque mis compañeros de trabajo me lo dicen muy a menudo, lo que me enorgullece y llena de valor e infunde ganas de seguir adelante.

    Pues aunque muchas veces me sienta muy pequeñita, muy chiquitita, sé que soy muy valiente y eso me da fuerzas para comerme el mundo y seguir mi caminito pasito a pasito.

   

sábado, 3 de noviembre de 2012

Chiquitita

     Esta noche salí a pasear. Caminé durante horas sin rumbo ni destino, solo con la única idea en mente de caminar, pero de repente me encontré con ella.

     El frio viento abofeteaba mis mejillas sonrojadas por la aflicción que sentía en esos momentos, la lluvia mojaba mi cara y empababa mi cabello y mis ropas, mis pies daban un paso detrás de otro sobre el frio y húmedo asfalto, un escalofrío recorría mi espalda con cada ulular del viento a mis espaldas, temerosa de que alguien estuviera siguiendo mis pasos. Enfrascada en mis pensamientos, no caí más que en la cuenta de que los coches pasaban a mi alrededor haciendo caso omiso de mi presencia, hasta que subitamente un ruido extraño me alarmó y me hizo buscar cobijo. Acurrucada bajo un manto de estrellas y al refugio de un cielo sombrio busque la sombra más cercana en la que poder pasar desapercibida, fue entonces cuando claramente la escuché.

     Ella vestía unos altos zapatos negros de tacón que retumbaban en la distancia, se cobijaba del frio con un abrigo negro que apenas dejaba ver su rostro y su figura, pero no era necesario verla para poder sentirla. El sonido de sus tacones estaba camuflado por su angustioso llanto, un sollozo continuo interrumpido por esporádicas bocanas profundas de aire que daban de nuevo paso a un lloro incontrolable. La miré y escuché desde la distancia pensando que yo la entendía, que quería acercarme a ella y decirla "chiquitita, no has de llorar", sé fuerte y sigue adelante; pero no me atreví. Permanecí en mi refugio escondida y pensativa hasta que el sonar de sus tacones dejó de oirse, fue entonces cuando retomé mis pasos sin sentido hacia la nada.

     Solo podía pensar en ella, ¿qué le habría provocado ese sollozo tan desgarrador?, ¿por qué no había nadie tras ella para consolarla?, ¿por qué caminaba sola por esos parajes tan oscuros y sombríos? ¿de dónde había salido?, ¿a dónde iba?. Pero de repente mi mirada perdida y melancólica se fijo en unas pintadas que había en el suelo: "hay una cosa que te quiero decir". Pocos metros más tarde únicamente decía: "te quiero", "eres mi todo". Y de nuevo pensé en ella. Esas palabras cálidas seguro que la reconfortarían, la harían sentir mejor y con fuerzas para enjugar sus lágrimas y seguir caminando, pero esta vez con la cabeza alta y orgullosa.

     Hoy salí a pasear para encontrarte, para comprender que todos necesitamos llorar desconsoladamente sin que nadie nos venga a buscar. Gracias por haberte cruzado en mi camino.



viernes, 27 de abril de 2012

Cierra los ojos

Cierra los ojos. Cierra los ojos y respira hondo, siente como el aire te hace daño en los pulmones porque está frio, siente como te hace daño en la nariz porque nunca habías respirado tan hondo, siente como tu pecho y tu voz tiemblan al dejarlo salir. Respira, respira fuerte y con calma, sin prisa, porque hoy no se va acabar el mundo.

¿Alguna vez te has parado a mirar lo que hay a tu alrededor? ¿Alguna vez te has parado a escuchar lo que dice esa vocecita interior? seguro que no y yo tampoco. No nos gusta ver las cosas feas que nos rodean, no nos gusta saber que hemos hecho cosas mal o muy mal, no nos gusta reconocer que nos hemos equivocado; no nos gusta saberlo porque saberlo nos hace sentir rastreros, oportunistas, malas personas, personas con falta de valores y creyentes de sus propios valores... basicamente nos hace sentir mal, o al menos debería hacernos sentir mal y hacernos caer la cara de vergüenza si tenemos la suficiente decencia y el suficiente valor para admitir que nos hemos equivocado.

Lo más curioso de todo es que hay veces en las que hacemos las cosas sabiendo que están mal, sabiendo que nos traerán consecuencias, sabiendo que estamos quebrantando nuestros valores, pero incluso aún e independientemente de eso las hacemos, somos entonces pues del género tonto. ¿Por qué hacemos entonces cosas que sabemos que están mal? muchas veces únicamente por inercia: por estar dentro de un grupo, por ser aceptado por un grupo (que a la larga ni siquiera te aporta nada), por tener nuevas experiencias que nunca antes en tu vida has tenido ocasión de experimentar, porque quieres ser popular, porque quieres que la gente hable de tí.... pero ¿realmente quieres que la gente te conozca por eso? ¿realmente quieres que la gente esté a tu lado por conveniencia?. Como bien dice mi madre: todo es cosa de la edad.

Todos dicen que los jóvenes somos irresponsables, y aunque muchas veces nos neguemos a verlo, es cierto que en muchas ocasiones lo somos. El problema es que hay personas no tan jóvenes que siguen estancadas en sus veintipocos años cuando eran jóvenes y alocados.

Hoy quiero ponerme delante tuya y decir en voz alta: me he equivocado, he hecho muchas cosas mal que no debería haber hecho y que no tienen justificación. He sido lo suficientemente valiente para reconocerlo, aunque ya una vocecita dentro de mí lo susurraba desde hace mucho tiempo, pero la ahogaba con vasos de cerveza y falsas expectativas.

Ahora, debo encontrar mi camino, camino del que me había desviado.

viernes, 13 de enero de 2012

Vuelve, a casa vuelve

Se acabaron las navidades, los regalos, los polvorones, las uvas, el cava y las comilonas interminables sentados frente al televisor o con un CD de villancicos que se repite en un bucle incesable. Se han quedado nuestros bolsillos tiesos, nuestros pantalones pequeños y nuestra lista de buenos propósitos en el recuerdo, porque sinceramente, no logramos mantenerlos más allá de una semana.

Han quedado en el olvido las postales navideñas que enviabamos por correo postal a nuestros amigos y seres queridos, las comidas familiares han dado lugar a reuniones de amigos y comidas de empresa en el bar al lado del portal, la ilusión por recibir un pequeño detalle en nuestros zapatos se ha visto eclipsada por la tecnología, cara y obsoleta. La ilusión ha quedado relegada a un segundo plano por culpa del "árbol de Karl Marx".

Puede que muchos celebren la Navidad por tradición familiar, puede que otros la celebren porque realmente recuerdan que esta festividad se debe a un motivo religioso, otros ni siquiera la festejaran porque no le encuentran sentido o porque no se corresponde a sus creencias. Yo este año he descubierto el sentido que tienen estas fiestas: no importa si la comida es de diseño o es diferente al resto del año, no importa si el regalo es más grande o más caro, no importa si has puesto más peso, no importa si te has planteado ya los nuevos propósitos para el año nuevo, lo único que importa es poder disfrutar estas fiestas con la persona más importante que hay en tu vida: TU ABUEL@.

Le hará ilusión verte al menos una vez al año, contarte mil veces la misma batallita o historia de su juventud, te preguntará una y otra vez que cuando te casas, te agarrá del brazo o se apoyará en su bastón mientras salís a dar un paseo para que estire las piernas, se quejará una y otra vez de la edad, te contará el mismo chiste cada día, verás como se tiene que tomar un arsenal de pastillas antes del jamón, se levantará con las gallinas y se acostará con los lunnis... así es mi abuel@, y seguro que el tuyo también.

¿Cómo no voy a querer pasar las Navidades con él si cada vez que me ve se le iluminan esos ojillos naúfragos en un mar de cataratas azules? ¿si cada vez que cantamos un villancico él es el que más alto canta (y desafina)? ¡canto que le sale del alma! ¿si su única ilusión es comenzar el año nuevo todos juntos? no se le puede negar a un noble anciano uno de los pocos momentos que le dan alegría y ganas de empezar un nuevo año, porque alguna vez nosotros también tendremos achaques y seremos felices con una visita, un beso o un "feliz año nuevo, abuel@".