viernes, 13 de enero de 2012

Vuelve, a casa vuelve

Se acabaron las navidades, los regalos, los polvorones, las uvas, el cava y las comilonas interminables sentados frente al televisor o con un CD de villancicos que se repite en un bucle incesable. Se han quedado nuestros bolsillos tiesos, nuestros pantalones pequeños y nuestra lista de buenos propósitos en el recuerdo, porque sinceramente, no logramos mantenerlos más allá de una semana.

Han quedado en el olvido las postales navideñas que enviabamos por correo postal a nuestros amigos y seres queridos, las comidas familiares han dado lugar a reuniones de amigos y comidas de empresa en el bar al lado del portal, la ilusión por recibir un pequeño detalle en nuestros zapatos se ha visto eclipsada por la tecnología, cara y obsoleta. La ilusión ha quedado relegada a un segundo plano por culpa del "árbol de Karl Marx".

Puede que muchos celebren la Navidad por tradición familiar, puede que otros la celebren porque realmente recuerdan que esta festividad se debe a un motivo religioso, otros ni siquiera la festejaran porque no le encuentran sentido o porque no se corresponde a sus creencias. Yo este año he descubierto el sentido que tienen estas fiestas: no importa si la comida es de diseño o es diferente al resto del año, no importa si el regalo es más grande o más caro, no importa si has puesto más peso, no importa si te has planteado ya los nuevos propósitos para el año nuevo, lo único que importa es poder disfrutar estas fiestas con la persona más importante que hay en tu vida: TU ABUEL@.

Le hará ilusión verte al menos una vez al año, contarte mil veces la misma batallita o historia de su juventud, te preguntará una y otra vez que cuando te casas, te agarrá del brazo o se apoyará en su bastón mientras salís a dar un paseo para que estire las piernas, se quejará una y otra vez de la edad, te contará el mismo chiste cada día, verás como se tiene que tomar un arsenal de pastillas antes del jamón, se levantará con las gallinas y se acostará con los lunnis... así es mi abuel@, y seguro que el tuyo también.

¿Cómo no voy a querer pasar las Navidades con él si cada vez que me ve se le iluminan esos ojillos naúfragos en un mar de cataratas azules? ¿si cada vez que cantamos un villancico él es el que más alto canta (y desafina)? ¡canto que le sale del alma! ¿si su única ilusión es comenzar el año nuevo todos juntos? no se le puede negar a un noble anciano uno de los pocos momentos que le dan alegría y ganas de empezar un nuevo año, porque alguna vez nosotros también tendremos achaques y seremos felices con una visita, un beso o un "feliz año nuevo, abuel@".